Elixires celtas

"El mensaje de una flor abre nuestra mirada como si gradualmente quitara las viejas gafas a través de las cuales mirábamos los seres y las situaciones que nos rodean.

Esas flores encierran un secreto: están cerca de nosotros. De hecho, mirad cómo hunden sus raíces en el barro de la tierra: como nosotros, están condicionadas por sus raíces…, y como nosotros, la planta que sostienen aspira a alcanzar la luz. Esta planta está como reclamada entre los condicionamientos de su herencia y la luz hacia la cual tiende, pero el cielo queda tan lejos… Y también para nosotros el cielo queda lejos, estamos divididos entre la parte de infinito que nos anima y que presentimos confusamente, y la experiencia cotidiana de la finitud que no cesa de recordarnos nuestros límites en todos los campos de nuestra existencia…


Una flor nos toca porque su experiencia es próxima a la nuestra, como para indicarnos por medio de su belleza que nuestra realización sólo está en el mismo sitio donde nos hallamos, con lo que tenemos, aquí y ahora. Por medio de su armonía nos ayuda a resolver la dualidad en la que nos debatimos, perdidos entre el fango que nos corrompe y la luz a la que aspiramos.

Los elixires florales no están ahí para curar el cuerpo, sino para sanar el corazón… y el cuerpo, cuando puede, sigue esa curación."